.
.
TOMAR LA PALABRA
Libro completo de Ediciones del Movimiento, publicado en 2007.
http://losdocumentalistas-tomarlapalabra.blogspot.com/
.
DOS PONENCIAS ACADEMICAS SOBRE EL MOVIMIENTO DE DOCUMENTALISTAS
http://sobreelmovimientodedocumentalistas.blogspot.com/
.
DOCUMENTAL Y DERECHOS HUMANOS
El ochenta por ciento de los documentales realizados en Argentina son sobre Derechos Humanos.
por Miguel Mirra
Aquellos organismos de derechos humanos complacientes con la democracia formal y aliados al gobierno progresista de turno envían la cuestión de la vigencia de los DDHH al pasado. Sin embargo, los derechos humanos son conculcados a cada paso por esos gobiernos, representantes de un sistema económico y social al servicio del capital -aunque se llamen a sí mismos progresistas y aún socialistas-. La salud, la vivienda digna, el trabajo son DDHH básicos y fundamentales, pero no aparecen como necesidades perentorias en la medida que el sistema capitalista privilegia el beneficio a la solidaridad, el precio al valor, la propiedad al trabajo.
La producción documental, en la medida en que los DDHH son relegados al pasado y desempolvados a la hora de conseguir elecciones, es la que ha permitido y permite dar a conocer las luchas del pueblo por su dignidad y sus derechos. Y han sido y son los documentalistas los que relevan y develan la realidad dolorosa de los marginados y oprimidos cuando, sin hacer discursos grandilocuentes, denuncian la violencia, discriminación y humillación a las que estos compatriotas son sometidos. ¿Qué respeto por los DDHH puede existir cuando el 40% de la población vive bajo el límite de la pobreza?
En definitiva, junto con los organismos de derechos humanos no cooptados por el gobierno y los movimientos sociales independientes, son los documentalistas los abanderados más consecuentes en la lucha por la plena vigencia de los DDHH en el presente.
Como dice Adolfo Pérez Esquivel[1]:
“(…) La riqueza de poder registrar las realidades vividas por los pueblos, sus dolores, sus luchas, y esperanzas, es gracias a la voluntad y compromiso de los movimientos de documentalistas que registran los momentos de la vida e historia de cada pueblo, no para detenerla, sino para que camine como la palabra entre imágenes y sonidos, para hacer posible que la voces del silencio se puedan oír…” Y mas adelante agrega: “En el caso concreto de la Argentina el valor que adquieren los documentales de la realidad permite que los testimonios hechos imágenes y palabras fortalezcan la conciencia colectiva en la defensa de los Derechos Humanos. La realidad que hace a los derechos integrales, como la pobreza que afecta a la mayoría de la población, la exclusión socio-económica y la degradación de los recursos del ambiente, permiten tener y valorar los caminos y desafíos a asumir en la construcción de nuevos paradigmas de vida.”
LOS DERECHOS HUMANOS EN UNA DEMOCRACIA CONSENTIDA
En su artículo publicado en el libro sobre documental y DDHH[2], Jorge Falcone, comienza preguntándose: “¿Hay bandera más alta que la justicia social? “
Y de eso se trata. Así como la defensa del ambiente sin movilización social es jardinería, los DDHH sin estar soldados indisolublemente a la justicia social y a una democracia real y no formal, son sólo un montón de palabras vacías para adornar el jardín de la oligarquía.
Dice Jorge Falcone:
“Sobrevolando lo coyuntural, ya se puede establecer la perspectiva de que, salvo durante la década menemista –dada su inédita alianza entre aristocracia y marginalidad– la nuestra es una democracia clasista, hecha desde y para los sectores medios (que construyen el presente social de referencia desde su agenda mediática). Una democracia –al fin y al cabo– que, desde la Caja del PAN hasta los Planes Trabajar, poco empeño ha demostrado en desmontar los mecanismos profundos de la dependencia y avanzar resueltamente hacia la Justicia Social; y que, desde el Juicio a las Juntas hasta el Museo de la Memoria, tapa con el árbol de la defensa de los derechos humanos el bosque de la legitimación de una deuda externa contraída a sangre y fuego por la oligarquía. Porque sólo una democracia social puede rescatar e integrar todos los derechos de una comunidad. Y no sólo los derechos a la vida y la libertad –que son aquellos que enfatizó riesgosamente el movimiento de defensa de los derechos humanos, casualmente los mismos derechos con que saturan sus discursos estas democracias rengas, cosmopolitas, y monitoreadas desde el Imperio, para que las clases medias bienpensantes duerman con la conciencia tranquila mientras millones de semejantes siguen muriendo debajo de la línea de pobreza. Es de esperar que –más temprano que tarde– esta ideología lacrimógena con que se ha venido victimizando desde 1983 el sacrificio altruista de una generación entera dé paso de una vez por todas a la recuperación de una moral heroica, que no busque diferencias entre la sobreviviente de la Masacre de Trelew que retornó al combate, y el pibe que prevaleció ante el humo tóxico de República Cromañón pero volvió a rescatar a los suyos. “
(…) “En resumen, la gestión del gobierno actual es lo más progresista que se le puede pedir a la mediocre clase media argentina. Hasta que la movilización de nuestro pueblo produzca una variación de dicha hegemonía social. Es el “anillo al dedo” con que los dueños del poder intentan distraer la gestación de una alternativa de poder realmente popular en Argentina. Pero como el nuestro es un continente que se despierta nuevamente, y desde hace más de cinco siglos no se resigna al aborto de su destino emancipador, es de suponer que socialdemocracias, terceras vías y transversalidades no duren en estas latitudes por tiempo indeterminado “.
Y continúa Jorge Falcone:
(…) “ este sistema canonizará “La Historia Oficial“ (flagrante galardón de la Gran Democracia del Norte a esta democracia consentida que se inauguraba en el sur), o “La noche de los lápices“ (fallido intento de desvincular el compromiso del militante adulto respecto del menor de edad, y echará un manto de olvido (con la imperdonable complicidad del autor) sobre “Cipayos“, de Jorge Coscia (que aventuraba una futura Argentina colonizada por el Imperio Británico en que se resistía culturalmente desde el tango) o sobre “Ciudad oculta“, de Osvaldo Andéchaga (valiente testimonio del ensañamiento clasista de la dictadura contra los sectores más humildes de nuestra sociedad). “
“Tras la crisis de 2001, que dio por tierra con un cuarto de siglo de filosofía martindehocista, casi con la única excepción de “Kamchatka“, de Marcelo Piñeiro (que alude tangencialmente al rol saqueador de la oligarquía local como último fundamento del genocidio), la ficción sigue en deuda con una relectura totalizadora de la realidad reciente que reponga el sentido histórico de los hechos. “ (…)
Y concluye Jorge Falcone:
“ En TN Informa, mientras tanto, la conmemoración de “el Argentinazo“ de 2001 sólo ofreció a la opinión pública el close up revisionista de aquel comerciante coreano ahogado en lágrimas, ilustrado por una voz en off que denunciaba la injusta conducta de los saqueadores de entonces. Y aunque harte repetirlo, el noticiero de la TV oficial también fragmentó los contenidos y alienó al espectador. Verbigracia, la caducidad de la democracia formal al grito de “que se vayan todos” brilló por su ausencia “.
EL APORTE DE LOS DOCUMENTALISTAS
Nosotros sostenemos que Alejandro Fernández Moujan con su documental “Solo se escucha el viento“, ha hecho más por los pobladores originarios del Chaco discriminados por el poder económico de los sojeros y el poder político que los sostiene, que muchos organismos oficiales que proclaman defenderlos contra la discriminación, mientras miran para otro lado.
El derecho al sustento sano y a un desarrollo sustentable, ha sido infinitamente mejor defendido por Patricio Schawnek con su documental “Acecho a la ilusión”, sobre el desastre socio ambiental producido por la mina Bajo La Alumbrera, que por un poder ejecutivo que veta la ley de protección a los glaciares para favorecer el saqueo y contaminación del agua por las transnacionales mineras.
La defensa del suelo y las producciones regionales ante el avance de la frontera sojera ha sido defendido en el documental “Hambre de Soja” de Marcelo Viñas, que alertó ya hace varios años sobre las consecuencias de la sojización, mientras el actual gobierno hacía concesiones permanentes a los grandes pooles de siembra y a las empresas exportadoras.
El reclamo por la distribución de la riqueza y la dignidad de los nadies fue mejor expuesto y puestos en evidencia por los cientos documentalistas que salieron con sus cámaras en el 2001, que por todos los discursos oportunistas de un poder político que privilegia pagar la deuda externa y arrodillarse frente al fondo monetario internacional, tal como sucede en el presente.
Así, el documentalismo argentino ha sabido mantenerse independiente de todas las opciones sujetas a las reglas del poder económico y político; trabajar con la mirada puesta en las bases y no en los medios, porque los medios sirven estructuralmente al aparato de control colonial; rechazar las concepciones eurocéntricas e imperiales, no sólo en el discurso, sino en la opciones concretas del lenguaje y la comunicación; repudiar los autoritarismos teóricos y metodológicos; negarse a generar golpes de efecto y a planificar provocaciones, porque el trabajo por delante no deja lugar para peligros gratuitos. Establecer, por último, prioridades estratégicas sin perderse en la niebla de lo inmediato, porque las coyunturas son manipuladas por el poder y sus sirvientes en los medios, así como sucede con la concepción imperante sobre los DDHH en los organismos cooptados por el gobierno.
En fin, apostar a construir un movimiento documental con los ojos puestos en el futuro. Si un verdadero movimiento de liberación surge, los documentalistas estarán allí; si no surge, al menos no habrán trabajado para el enemigo.
[1] Cine documental, memoria y Derechos Humanos. Editorial Nuestra América, Buenos Aires 2007.
[2] Idem.
por Miguel Mirra
Aquellos organismos de derechos humanos complacientes con la democracia formal y aliados al gobierno progresista de turno envían la cuestión de la vigencia de los DDHH al pasado. Sin embargo, los derechos humanos son conculcados a cada paso por esos gobiernos, representantes de un sistema económico y social al servicio del capital -aunque se llamen a sí mismos progresistas y aún socialistas-. La salud, la vivienda digna, el trabajo son DDHH básicos y fundamentales, pero no aparecen como necesidades perentorias en la medida que el sistema capitalista privilegia el beneficio a la solidaridad, el precio al valor, la propiedad al trabajo.
La producción documental, en la medida en que los DDHH son relegados al pasado y desempolvados a la hora de conseguir elecciones, es la que ha permitido y permite dar a conocer las luchas del pueblo por su dignidad y sus derechos. Y han sido y son los documentalistas los que relevan y develan la realidad dolorosa de los marginados y oprimidos cuando, sin hacer discursos grandilocuentes, denuncian la violencia, discriminación y humillación a las que estos compatriotas son sometidos. ¿Qué respeto por los DDHH puede existir cuando el 40% de la población vive bajo el límite de la pobreza?
En definitiva, junto con los organismos de derechos humanos no cooptados por el gobierno y los movimientos sociales independientes, son los documentalistas los abanderados más consecuentes en la lucha por la plena vigencia de los DDHH en el presente.
Como dice Adolfo Pérez Esquivel[1]:
“(…) La riqueza de poder registrar las realidades vividas por los pueblos, sus dolores, sus luchas, y esperanzas, es gracias a la voluntad y compromiso de los movimientos de documentalistas que registran los momentos de la vida e historia de cada pueblo, no para detenerla, sino para que camine como la palabra entre imágenes y sonidos, para hacer posible que la voces del silencio se puedan oír…” Y mas adelante agrega: “En el caso concreto de la Argentina el valor que adquieren los documentales de la realidad permite que los testimonios hechos imágenes y palabras fortalezcan la conciencia colectiva en la defensa de los Derechos Humanos. La realidad que hace a los derechos integrales, como la pobreza que afecta a la mayoría de la población, la exclusión socio-económica y la degradación de los recursos del ambiente, permiten tener y valorar los caminos y desafíos a asumir en la construcción de nuevos paradigmas de vida.”
LOS DERECHOS HUMANOS EN UNA DEMOCRACIA CONSENTIDA
En su artículo publicado en el libro sobre documental y DDHH[2], Jorge Falcone, comienza preguntándose: “¿Hay bandera más alta que la justicia social? “
Y de eso se trata. Así como la defensa del ambiente sin movilización social es jardinería, los DDHH sin estar soldados indisolublemente a la justicia social y a una democracia real y no formal, son sólo un montón de palabras vacías para adornar el jardín de la oligarquía.
Dice Jorge Falcone:
“Sobrevolando lo coyuntural, ya se puede establecer la perspectiva de que, salvo durante la década menemista –dada su inédita alianza entre aristocracia y marginalidad– la nuestra es una democracia clasista, hecha desde y para los sectores medios (que construyen el presente social de referencia desde su agenda mediática). Una democracia –al fin y al cabo– que, desde la Caja del PAN hasta los Planes Trabajar, poco empeño ha demostrado en desmontar los mecanismos profundos de la dependencia y avanzar resueltamente hacia la Justicia Social; y que, desde el Juicio a las Juntas hasta el Museo de la Memoria, tapa con el árbol de la defensa de los derechos humanos el bosque de la legitimación de una deuda externa contraída a sangre y fuego por la oligarquía. Porque sólo una democracia social puede rescatar e integrar todos los derechos de una comunidad. Y no sólo los derechos a la vida y la libertad –que son aquellos que enfatizó riesgosamente el movimiento de defensa de los derechos humanos, casualmente los mismos derechos con que saturan sus discursos estas democracias rengas, cosmopolitas, y monitoreadas desde el Imperio, para que las clases medias bienpensantes duerman con la conciencia tranquila mientras millones de semejantes siguen muriendo debajo de la línea de pobreza. Es de esperar que –más temprano que tarde– esta ideología lacrimógena con que se ha venido victimizando desde 1983 el sacrificio altruista de una generación entera dé paso de una vez por todas a la recuperación de una moral heroica, que no busque diferencias entre la sobreviviente de la Masacre de Trelew que retornó al combate, y el pibe que prevaleció ante el humo tóxico de República Cromañón pero volvió a rescatar a los suyos. “
(…) “En resumen, la gestión del gobierno actual es lo más progresista que se le puede pedir a la mediocre clase media argentina. Hasta que la movilización de nuestro pueblo produzca una variación de dicha hegemonía social. Es el “anillo al dedo” con que los dueños del poder intentan distraer la gestación de una alternativa de poder realmente popular en Argentina. Pero como el nuestro es un continente que se despierta nuevamente, y desde hace más de cinco siglos no se resigna al aborto de su destino emancipador, es de suponer que socialdemocracias, terceras vías y transversalidades no duren en estas latitudes por tiempo indeterminado “.
Y continúa Jorge Falcone:
(…) “ este sistema canonizará “La Historia Oficial“ (flagrante galardón de la Gran Democracia del Norte a esta democracia consentida que se inauguraba en el sur), o “La noche de los lápices“ (fallido intento de desvincular el compromiso del militante adulto respecto del menor de edad, y echará un manto de olvido (con la imperdonable complicidad del autor) sobre “Cipayos“, de Jorge Coscia (que aventuraba una futura Argentina colonizada por el Imperio Británico en que se resistía culturalmente desde el tango) o sobre “Ciudad oculta“, de Osvaldo Andéchaga (valiente testimonio del ensañamiento clasista de la dictadura contra los sectores más humildes de nuestra sociedad). “
“Tras la crisis de 2001, que dio por tierra con un cuarto de siglo de filosofía martindehocista, casi con la única excepción de “Kamchatka“, de Marcelo Piñeiro (que alude tangencialmente al rol saqueador de la oligarquía local como último fundamento del genocidio), la ficción sigue en deuda con una relectura totalizadora de la realidad reciente que reponga el sentido histórico de los hechos. “ (…)
Y concluye Jorge Falcone:
“ En TN Informa, mientras tanto, la conmemoración de “el Argentinazo“ de 2001 sólo ofreció a la opinión pública el close up revisionista de aquel comerciante coreano ahogado en lágrimas, ilustrado por una voz en off que denunciaba la injusta conducta de los saqueadores de entonces. Y aunque harte repetirlo, el noticiero de la TV oficial también fragmentó los contenidos y alienó al espectador. Verbigracia, la caducidad de la democracia formal al grito de “que se vayan todos” brilló por su ausencia “.
EL APORTE DE LOS DOCUMENTALISTAS
Nosotros sostenemos que Alejandro Fernández Moujan con su documental “Solo se escucha el viento“, ha hecho más por los pobladores originarios del Chaco discriminados por el poder económico de los sojeros y el poder político que los sostiene, que muchos organismos oficiales que proclaman defenderlos contra la discriminación, mientras miran para otro lado.
El derecho al sustento sano y a un desarrollo sustentable, ha sido infinitamente mejor defendido por Patricio Schawnek con su documental “Acecho a la ilusión”, sobre el desastre socio ambiental producido por la mina Bajo La Alumbrera, que por un poder ejecutivo que veta la ley de protección a los glaciares para favorecer el saqueo y contaminación del agua por las transnacionales mineras.
La defensa del suelo y las producciones regionales ante el avance de la frontera sojera ha sido defendido en el documental “Hambre de Soja” de Marcelo Viñas, que alertó ya hace varios años sobre las consecuencias de la sojización, mientras el actual gobierno hacía concesiones permanentes a los grandes pooles de siembra y a las empresas exportadoras.
El reclamo por la distribución de la riqueza y la dignidad de los nadies fue mejor expuesto y puestos en evidencia por los cientos documentalistas que salieron con sus cámaras en el 2001, que por todos los discursos oportunistas de un poder político que privilegia pagar la deuda externa y arrodillarse frente al fondo monetario internacional, tal como sucede en el presente.
Así, el documentalismo argentino ha sabido mantenerse independiente de todas las opciones sujetas a las reglas del poder económico y político; trabajar con la mirada puesta en las bases y no en los medios, porque los medios sirven estructuralmente al aparato de control colonial; rechazar las concepciones eurocéntricas e imperiales, no sólo en el discurso, sino en la opciones concretas del lenguaje y la comunicación; repudiar los autoritarismos teóricos y metodológicos; negarse a generar golpes de efecto y a planificar provocaciones, porque el trabajo por delante no deja lugar para peligros gratuitos. Establecer, por último, prioridades estratégicas sin perderse en la niebla de lo inmediato, porque las coyunturas son manipuladas por el poder y sus sirvientes en los medios, así como sucede con la concepción imperante sobre los DDHH en los organismos cooptados por el gobierno.
En fin, apostar a construir un movimiento documental con los ojos puestos en el futuro. Si un verdadero movimiento de liberación surge, los documentalistas estarán allí; si no surge, al menos no habrán trabajado para el enemigo.
[1] Cine documental, memoria y Derechos Humanos. Editorial Nuestra América, Buenos Aires 2007.
[2] Idem.
Suscribirse a:
Entradas (Atom)